Lunes. Huelga. El metro está imposible y mientras espero decido ponerme al día leyendo la prensa. Los resultados del estrés test a los bancos, la desaceleración económica en China…y de pronto mis ojos topan con este artículo: La noticia positiva: » En lugar de quejarme, dime qué podemos hacer». La verdad es que esto alegra una mañana de lunes. Me ha parecido un artículo muy bueno, realista pero optimista, que no es incompatible. Os recomiendo que lo leáis, no tiene desperdicio.
«Si decimos que el ‘optimismo’ es ‘aquí no pasa nada’, es mentira, porque lo que pasa es muy serio. El optimismo consiste en luchar con uñas y dientes para salir de una situación concreta. Todos sabemos que hay unos problemas muy serios, pero hay que salir adelante como sea”.
«El mayor riesgo que corremos es quedarnos paralizados. Hay muchísima gente que no lo está, pero todos podemos tener un bajón y decir ‘qué mal va todo’. Es de lo que hay que escapar”…“Pero la táctica no puede ser salir a la calle a quemar contenedores, que a lo único que te conduce es a que te peguen con una porra”… “¿En esa cola de 500 personas del INEM no puede haber alguien que tenga unos ahorrillos guardados y pueda montarse una empresa con otros dos, y así ya tenemos tres parados menos? El optimismo no es más que eso: estás pasándolo mal, lo sabes. ¿Qué hago, hoy mismo, para arreglarlo? Si lo dejamos para el lunes que viene, hemos perdido cuatro días…”
Es cierto que la situación no está para tirar cohetes, pero las cosas no se arreglan sin hacer nada o quemando contenedores. Se necesita espíritu de lucha, levantarse por la mañana con ganas de seguir adelante, poner de nuestra parte.
Ser emprendedor en tiempos de crisis es más difícil que en años de bonanza. Sin embargo, el espíritu emprendedor es el que impulsa y mejora las cosas. Los emprendedores no son superhéroes. Son personas fuertes, que no se rinden, que cada día luchan por su proyecto, que miran la realidad con optimismo y confianza. Para que un emprendedor triunfe es necesario que tenga los pies en el suelo y que sea muy realista, sabiendo que las cosas no son fáciles, pero luchando y proponiendo soluciones. Un emprendedor se mueve, sale «a la calle», no para quejarse, si no para buscar ideas y soluciones. Un emprendedor trabaja duro para que su idea funcione; no se sienta a esperar, porque las cosas no se hacen solas.
En tiempos difíciles es cuando el optimismo es más necesario. Cuando las cosas vienen bien dadas, todo el mundo es optimista. Es cuando las cosas se ponen mal cuando hay que guardar el optimismo. Es el momento de sacar energías, de no rendirse, de confiar, de «echarse para alante», de no apoquinarse, de descubrir todo el potencial que tenemos. Es el momento de sacar brillo a los valores y de aprender a trabajar bien. «Y a ser fiel, leal, a no ser trepa, a ayudar a los demás…» La mejor ayuda que podemos prestar es la de no ser cenizos, la de sonreír, la de aportar soluciones.
Desde aquí me gustaría felicitar a todos aquellos que no se quedan de brazos cruzados si no que luchan cada día por mejorar la situación, a todos los emprendedores que vencen su miedo al fracaso y trabajan duro y con optimismo. Tengo la suerte de tener cerca a varios de ellos, que me enseñan cada día con su ejemplo el optimismo y las ganas de sacar las cosas adelante. También me gustaría animar a los que desgraciadamente sufren el paro a no rendirse, a ser imaginativos, a no perder el optimismo, a seguir luchando de manera positiva y constructiva. “Un país con 47 millones de personas intentando trabajar, sin rendirse, es un país riquísimo.»Ojala afrontemos esta semana con este espíritu que hace que todo sea más llevadero.
¡Feliz lunes!;)