El viernes pasado tuve la suerte de asistir a un concierto en la sala Galileo Galilei donde se reunieron grandes artistas del panorama musical español acompañando a Fernando Martín y su banda. Pudimos disfrutar de la presencia de Rubén Pozo (de Pereza), Jaime Urrutia y Rosendo, así como de jóvenes promesas del rock español, además de grandes amigos, como son Platos Rotos.
Lo que hoy quería compartir con vosotros es el estribillo de una de las canciones de Desperados, “El premio mayor”, que dice así:
“Porque sabes de que pie cojeo y no sales corriendo
Porque el sexo contigo es perfecto pero no es lo mejor,
Porque ríes, porque hablas, porque escuchas, porque callas
Porque estar un minuto a tu lado es el premio mayor”
Creo que este sencillo párrafo tiene mucha fuerza, y expresa en gran parte lo que es el matrimonio. El matrimonio es querer al otro con sus defectos, y no a pesar de ellos, es saber de qué pie cojea el otro y ser su muleta en lugar de huir. El matrimonio es ayudarse mutuamente a crecer en virtudes y a desarraigar defectos, con cariño, con paciencia y siempre con sentido del humor.
El matrimonio es disfrutar del sexo y de los momentos íntimos sabiendo que no son lo más importante ni lo único que sustenta el matrimonio. Es saber que «es perfecto pero no es lo mejor». Una pareja que sólo vive del sexo no puede subsistir mucho tiempo, ya que el matrimonio es mucho más que eso. Del mismo modo, una pareja que no le da importancia a este tema crucial, se pasa por el otro extremo, lo que tampoco es bueno. Es necesario poner cada cosa en su sitio y darle a cada cosa su importancia, porque la tiene. Hay que aprender a regar cada momento con miradas, con gestos de cariño a lo largo del día, con palabras de aliento cuando sean necesarias. Y poner en el sexo no sólo nuestro cuerpo si no también nuestra cabeza, nuestro corazón, nuestra alma. Ir a darnos. Siempre y en toda circunstancia. Algo preciosísimo. Porque el matrimonio es una donación completa: del alma y del cuerpo.
El matrimonio es también saber escuchar y saber hablar, según convenga en cada momento. Es tener una actitud de escucha hacia el otro para hacernos cargo de sus problemas y compartir sus alegrías y aprender a contar lo que llevamos dentro.
Sin duda, el premio mayor es para cada cónyuge, el otro. Estar cada minuto a su lado, compartirlo todo. Saber que contamos con alguien que va a estar con nosotros “a las duras y a las maduras”, y que el otro pueda contar con nosotros también. Ese es un gran premio, que hay que valorar y por el que hay que aprender a dar las gracias todos los días.
¡Enhorabuena por ese gran concierto y por esos temas que no tienen desperdicio!