Después de una semana intensa…¡por fin llega el viernes! Seguro que este es el pensamiento de todos a las puertas del fin de semana. Y no es para menos, porque el ajetreo de la semana ya se nota en el cansancio acumulado. Las semanas pasan volando y nos pasamos el día corriendo, pensando en el proyecto que tengo que entregar mañana, el examen que me toca estudiar, el informe al que no llego, el trabajo extra que me han puesto… ¡tenemos la cabeza llena de cosas que hacer! Esta situación puede llevarnos a olvidarnos un poco de los demás. Estamos tan enfrascados,tan metidos, en nuestros quehaceres que se nos pasan por alto detalles con quien nos rodea.
Llegamos a casa y dejamos las llaves,el bolso, la mochila…Lo dejamos todo en su sitio,menos nuestras preocupaciones laborales y nuestros agobios, que nos siguen rondando en la cabeza. A lo mejor llegamos tan cansados que ni se nos ocurre preguntar a nuestra familia cómo les ha ido el día. O si se nos ocurre nos da pereza porque nos duele la cabeza y no nos apetece escuchar. A veces nos cuesta desconectar y dejar de pensar en nuestras cosas.
Es importante darse cuenta de que hay un tiempo para todo. Hay un tiempo para trabajar y hay un tiempo para descansar. Hay un tiempo para estar concentrado en nuestras cosas, para hacerlas bien, y hay un tiempo para dejar de lado esas cosas y dedicarnos a los demás. Es cuestión de orden, también en nuestra cabeza, y de aprovechamiento del tiempo.
De la misma forma que cuando llegamos a un sitio nos quitamos el sombrero, tenemos que aprender a quitarnos el sombrero de preocupaciones y quehaceres al llegar a casa. No podemos dejar que esas cosas enfríen la convivencia, nos alejen de los demás, nos hagan insoportables. Claro que hay que compartir con aquellos que queremos nuestras cosas; nuestras preocupaciones (y por supuesto nuestras alegrías). Pero también hay que aprender a escuchar a los demás, a interesarnos por sus cosas, a compartir un rato agradable que haga descansar a todos…a pesar de nuestro cansancio.
El fin de semana es un momento estupendo para dejar de lado las cosas de la oficina,las preocupaciones diarias, y dedicarnos a los demás. Hay que aprender a disfrutar de los ratos en familia y con los amigos para recargar las pilas y afrontar una nueva semana con energía.
¡Vamos a quitarnos el sombrero! Que el sombrero de los ajetreos y preocupaciones se quede en el lugar de trabajo porque cuando salimos de allí para estar con los nuestros,estamos de verdad, no sólo físicamente.
¡Que paseis un buen fin de semana! Y que los percheros de las oficinas se queden llenos de sombreros 😉