¿Decías algo?

In Amistad, Virtudes by Marta Cuevas2 Comentarios

Aquí está la entrada que prometí hace tiempo…¡Momo, es tu turno! Si no habeis leido este libro de Michel Ende os lo recomiendo vivamente. Yo lo leí de pequeña y me gustó mucho pero creo que de mayor se le saca mucho más partido.

 «Vete a ver a Momo» es una frase que se oye mucho en el pueblo de esta. ¿Y que tiene de especial Momo para que todo el mundo vaya a verla? Lo que tiene es una habilidad increíble para escuchar. Sabe escuchar de verdad, siendo capaz de encontrar respuesta a los problemas de los que hablan con ella y comprendiendo a todo el que está cerca de ella.

Hace poco leí una frase que me llamó mucho la atención: “Tienes dos oídos y una lengua, por tanto escucha el doble de lo que hablas”. Esta frase tiene todo el sentido del mundo. Estamos hechos, también físicamente,  para escuchar más de lo que hablamos.

Escuchar no es lo mismo que oír. Todo el que tiene sentido del oído percibe sonidos sin esfuerzo. Oír no requiere de ninguna capacidad o actitud activa por nuestra parte. Escuchar es, sin embargo, ir un paso más allá. Escuchar es prestar atención a lo que oyes, es mostrar una actitud receptiva ante lo que llega a los oídos.Y esa es la actitud que tenemos que desarrollar, es la actitud que tenía Momo ante los demás: actitud de escucha.

Hoy en día todo el mundo habla. Habla mucho: de sus cosas, de sus problemas, de lo que debería hacer el vecino de lo que hace o deja de hacer su compañero de trabajo…y escucha poco. Escuchar requiere olvidarse de uno mismo e interesarse de verdad por los demás. Escuchar implica dejar de pensar en mis cosas para empezar a preocuparse por los demás. Decía Winston Churchill que «Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar, pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar». Que no nos suceda que venga alguien a contarnos un problema, algo que le inquieta, y se vaya con el doble de problemas: los suyos y los nuestros. 

¡Qué gusto da estar con alguien que sabe escuchar! Hay mucha gente necesitada de alguien que le escuche, que le escuche de verdad. Hay gente que se siente sola en el fondo de su corazón porque no encuentra alguien que se interese de verdad por ella.  En ocasiones nos puede dar miedo escuchar lo que los demás nos quieren contar por si no somos capaces de darles el consejo adecuado. No pasa nada, la simple escucha es ya algo muy valioso y que aporta mucho al otro. La mayoría de las veces el silencio, la comprensión y unas breves palabras de aliento son más reconfortantes que un discurso de media hora teorizando sobre los problemas y sus soluciones.

 Procuremos ser para nuestros amigos y para la gente que nos rodea una persona con capacidad de escucha. Una persona así atrae a los demás, porque lleva metidas muy dentro los asuntos de los demás y sabe olvidarse por un momento de sus cosas.

 Soy consciente que de que, aunque tengamos dos oídos, muchas veces nuestra lengua es más larga, e incluso más cortante, que una espada. Desarrollar la habilidad de escuchar cuesta esfuerzo, pero merece la pena. Merece la pena porque ayudaremos a los demás y porque, ayudando a los demás seremos también nosotros más felices.

El libro de Momo tiene otras muchas enseñanzas. Esta es solo una de ellas. Por eso esta entrada no acaba con el típico “The end” si no con un “to be continued…”

Comentarios

  1. Leti

    «Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar.»

    Manuel Azaña

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