Ayer, en viajando con Chester, Risto Mejide entrevistó a Alberto Garzón, el diputado más joven del congreso. No siendo afín a su partido (IU) y sin compartir el 100% de lo que Garzón transmitió, me pareció un joven honrado, sensato y con buenas ideas. Destaco dos de ellas, que me parece que merecen una reflexión.
Alberto comentó que, actualmente “Prima más el mensaje en 140 caracteres que una reflexión sosegada”. Suscribo totalmente esta afirmación y creo que se puede aplicar perfectamente a nuestra vida de cada día. Cuántas veces nos hemos precipitado al escribir un tuit, o hemos frivolizado un tema al querer resumirlo en 140 caracteres cuando requería una charla de una hora, café en mano, o un paseo tranquilo para madurar el tema. Y es que, en muchas ocasiones, nos falta el sosiego, el silencio y la tranquilidad para reflexionar sobre temas importantes, para aprender a tomar decisiones que no sean “lo primero que se me ocurre” o “lo que la vida me ha llevado a elegir”.
La segunda idea que me llamó la atención fue la de que en el congreso «nadie escucha a nadie». Es decir; ya puedes tener una buena idea y exponerla durante media hora, que como el que esté enfrente no sea de tu partido, le va a dar igual, por un lado le entra y por otro le sale. El mundo de la política podríamos decir que es, actualmente, “otro mundo”. Un mundo en el que, en general y desgraciadamente, cada uno tira para su lado y se mira más por el propio beneficio y poder que por el bien común. Sin embargo, creo que este hecho puede extrapolarse para llevarlo a nuestro día a día. Nuestros prejuicios y clichés hacen que, en muchas ocasiones, nos estemos perdiendo ideas, ejemplos y cosas buenas de otros, sólo porque no pasan nuestro filtro y vienen de alguien a quien tenemos “tachado”. A lo mejor estamos perdiendo la oportunidad de enriquecernos como personas escuchando otras opiniones, puede que estemos dejando escapar buenas ideas porque creemos que esa persona, o ese tipo de personas, no tienen nada que aportar. Una persona abierta es capaz de ver el bien en los otros aunque no comparta todas sus opiniones. Una persona abierta se enriquece con el diálogo y quizá el ejemplo de alguien que no tiene nada que ver con ella va a serle de gran ayuda. Una persona abierta sabe aceptar lo bueno de los otros, abrazando la verdad, venga de donde venga. No quiero decir con esto que se trate de perder la propia identidad o dejar de lado nuestras ideas y convicciones, si no que hay que aprender a escuchar y a crecer con las aportaciones de los demás. Lo bueno puede presentarse de forma inesperada o venir de quien no lo esperábamos. Si estamos cerrados a los demás, lo dejaremos pasar.
En otro momento de la entrevista, en el que le preguntaban por las diferencias entre Podemos e IU, Garzón se centraba en aquello que había en común, en lugar de resaltar las diferencias. Enseguida me vino a la mente una frase: Buscar lo que une y no lo que separa. He aquí una gran lección para la vida. Diferencias siempre va a haber, pero..¿por qué no centrarnos en las similitudes? ¿Por qué no apoyarse en lo que nos une con aquella persona con la que tenemos que convivir por razones de trabajo, de parentesco o circunstancias de la vida, para crecer y construir algo? De esta manera todo será más fácil y aprenderemos que es la unión, y no la división, la que hace la fuerza.
Era la primera vez que veía el programa de Risto, y la verdad es que me ha dado qué pensar. Seguro que algún otro domingo me voy de nuevo de viaje con Chester…ya os contaré!